miércoles, 12 de marzo de 2014

Vida y milagros de mi olla express...

Hace años, cuando me independicé y me fui a vivir por mi cuenta, tome una decisión...

En mi casa jamás entrarían ni bicarbonato, ni harina para rebozar, ni una olla express.

El plan era vivir en una casa "sin madre", y en la medida de lo posible, "como pollo sin cabeza", y esto último, no tendría por qué haber cambiado...

Pero lo ha hecho (...) y no sólo ha entrado en mi casa el bicarbonato, sino que le han seguido de cerca la harina para rebozar, y recientemente y aprovechando las rebajas de esos grandes almacenes a los que ninguno vamos pero que no hay forma de sacarnos de ellos... la olla express

Mi olla express es de las normalitas, no de las antiguas con orejas, pero sí que lleva su "valvulita" que hace pshhhhh, tiene sus dos posiciones, y viene hasta con las instrucciones esas que pululan por toda cocina de  gente de bien y en las que aparte de darte las pautas para no salir volando pegado a la olla, explican los tiempos de cocción. Los garbanzos tanto, y las patatas cuanto, en fin...

Mi olla express es metálica porque la verdad sea dicha, tampoco las había en otro color. Tiene una capacidad de 7 litros, y como decía antes tiene 2 posiciones a)rápida, b)rápida que te mueres, y luego otra "chisma" para despresurizar, pero que no cuenta para los tiempos de cocción.

De momento, la única posición que he utilizado ha sido la a) y si lo he hecho, es porque ni tengo prisa, ni termina de quedarme claro eso de que los garbanzos puedan hacerse en 10 minutos sin provocar un discontinuo espacio-tiempo.

El comprar la olla, aparte de para aprovechar las rebajas,  fue porque días antes, y después de colocar el bicarbonato y la harina para rebozar en sus respectivos estantes, se me metió en la cabeza comprarme una "amoladora de protones" de esas que salen en los programas de magdalenas, y que son de colores y que cuestan un congo y la mitad del otro...


Menos mal, que antes de darle al "aceptar" de la compra on line del "bicho" en color verde modelo Vespa Vintage años 60, una ráfaga de cordura me pasó por la cabeza y pensé...

- ¿"Ande" vas María de las Elenas, comprándote una "amoladora de protones", si ni tan siquiera olla express tienes?

Y dicho y hecho, postergué la adquisición de la amoladora a épocas más estivales (me la compro por mi cumple sí o sí) y allá que me fui a por la olla.

Lo de la compra de la "susodicha" tampoco es que encerrase mucho misterio. Llegué a la sección de ollas y cacharros, miré con cara de perrito pachón al dependiente, y le confesé que lo más cerca que había estado nunca de una olla, había sido en casa de mi abuela fallecida hace la torta y que tampoco es que me hubiese acercado mucho porque mi madre siempre me precavía sobre los siglos que llevaba mi abuela sin cambiarle la goma a la tapa y de los peligros mortales que aquello encerraba...

El dependiente, que de jóvenes díscolas y sin conocimientos de ollas como "la moi" tenía pinta de saber una barbaridad, me miró con cierto aire paternal y me dijo...

-Esta olla es la que te va por tu perfil, es metálica, viene con dos posiciones y una para despresurizar, tiene su "valvulita" que hace pshhhh y trae las instrucciones para no salir volando y saber cuántos minutos vas a tardar en hacer las cosas...

Me la llevé of course.

Lo que nada, ni nadie podía aventurar por aquel entonces, es que de todas las ollas existentes en el mundo mundial, yo me iba a llevar a casa a la "olla" prima hermana de aquel coche de Stephen King que se llamaba Christine, y que por enamorarse de su dueño, se cargaba a todas sus novias cuando el bajaba a por preservativos a la gasolinera...

Mi olla no es que vaya asesinando por ahí (no al menos de momento), lo que hace la muy "perica" es robar...

¡¡¿Cómo?!! ¡¡¿Una olla ladrona?!!

Sí, la mía.

Todo empezó al día siguiente de comprarla.


Esta es una foto que le he hecho en su balda cuando no miraba, y para que no se diese cuenta del estudio al que está siendo sometida.

Como la compré un lunes, y no tenía previsto preparar el cocido inaugural (que de esta tradición me habían hablado en Twitter) hasta el sábado siguiente, y dejándome llevar por la emoción del estreno, decidí bautizarla con un Brócoli, y cuatro patatas.

Sí, lo repito, el bautismo tuvo lugar con;

- 1 Brócoli

- 4 Patatas

Lo que pasó unos 15 minutos más tarde, fue que de la olla express salió el Brócoli, muy verde, muy tiernecito y muy enterito, acompañado por sólo 3 patatas, muy monas, muy blanditas y muy enteritas...

- ¿Pensaste que habías metido 4 patatas cuando en realidad sólo metiste 3?- se preguntarán algunos.

No, que por ser el bautismo de la olla, tuve muy presentes todos y cada uno de los ingredientes que metía, así como el tiempo de cocción al que les sometía.

- La patata era más pequeña que las otras y se deshizo - pensarán otros.

Pues tampoco, que las patatas eran todas del mismo tamaño porque yo las compro de esas pequeñitas de acompañamiento y que me sirven para todo, y que no me dan tanto asquito (de mi trauma con las patatas y/o tubérculos hablaré en sucesivos posts) como el resto.

- Contaste mal, porque como eres de letras cuentas mal, y en realidad metiste tres patatas.

Ay... ahí sí que no puedo defender totalmente mi inocencia, que lo que es, es... y una es de letras, y "en de" vez en cuanto, y cuando nadie mira, cuenta con los dedos.

No obstante, esto se hubiese quedado en la gracia de la patata, si a la semana siguiente, y ya superado el cocido inaugural, no hubiese metido en la olla un puñadito de garbanzos (me salieron tan ricos los del cocido que quise repetir...), 4 zanahorias y 1 cebolla, y oh sorpresa, al abrir la olla, la cebolla (y ni el más mínimo resto) había desaparecido.

Desde entonces, múltiples han sido las pruebas de que algo particularmente extraño está ocurriendo con mi olla.

Un día una cebolla, el otro una patata, el domingo una punta de jamón...

Confieso que he tratado el tema con expertos cualificados en la materia (mi vecina de enfrente) y sorprendida me ha comentado que a ella, esto no le ha pasado nunca...

Mi vecina se lo comentó a la del 5º y nada, esta a su vez lo habló con su madre, y tampoco... en el trabajo no dan crédito, y tengo lista de invitados a comer a casa, sólo para comprobar que mi olla es capaz de provocar un bucle espacio temporal, que más allá de deshacer, pasar, o desmenuzar los alimentos, los hace desaparecer...

¿Que por qué estoy compartiendo esto?

Bien, he estado pensando, y es muy posible, que si mi olla hace desaparecer los alimentos, estos se materialicen en otra olla de similares características o marca (la mía es una BRA con capacidad de 7 litros) por lo que no estaría de más, que si alguien que lea estas líneas, ha escuchado como en la olla de algún conocido han comenzado a materializarse zanahorias, y patatas, y alguna que otra punta de jamón, nos pusiese en contacto, no sé... puede que esto no sea más que una triquiñuela del destino para unir a dos personas a las cuales, y así de primeras, ya les une una olla express...

Por cierto, y ya para terminar, y para tranquilizar a esa persona a la cual se le están materializando mis alimentos, no sólo procuro comprarlo todo de buena calidad, sino que soy muy limpita cuando manipulo la comida, así que tranquilidad, que por mi parte, nadie va a pillar nada malo...

*A esto último, se le llama en los foros gastronómicos, erótica culinaria...

Pues eso, que sin más, que me largo a ver un par de episodios de la primera temporada de Isabel (me he incorporado tarde a la historia...) y que quedo a la espera de novedades, onsejos y/o exorcismos.

Elena U. Moreno (Poltergeist ollil...)

2 comentarios:

  1. Yo también me resistía a utilizar la olla esprés, pero ahora me he pasado al lado oscuro y pienso ¿cómo he podido vivir sin este gran invento? Una lástima que sólo se desintegren las cosas en tu olla, a ver si un día comienzan a aparecerte puntas de jamón para equilibrar!

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    1. Calla, calla, que el susto que me iba a llevar si empiezan a aparecer cosas... A las desapariciones por lo menos ya me he acostumbrado ;))

      Un abrazo.

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